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La ampolla de Asclepio - Insomnio

El sueño, una divinidad caprichosa

por Claudia Venturino, psicóloga, psicoterapeuta y psicodramatista

“El sueño es una divinidad caprichosa y, cuando se invoca, se hace esperar”. Todos aquellos que pasaron por lo menos una noche de insomnio en su vida, no pueden no concordar con esta cita de Alexandre Dumas. Para tomar sueño es necesario, de hecho, “soltarse”, abandonar el control del propio cuerpo y de la propia mente, una experiencia incompatible con la búsqueda ansiosa y con la tensión por la espera de quien, con miedo a no dormirse, lo busca activamente. Éste es – probablemente – uno de las características peores del insomnio: se auto-alimenta. El haber transcurrido un par de noches insomnes provoca, de hecho, una desconfianza en la propia capacidad de dormir, y desarrolla una forma de ansiedad anticipatoria que produce pensamientos relacionados con el miedo de no poder dormir; éstos pensamientos aumentan su frecuencia mientras más la noche se acerca. La ansiedad puede también inducir a la necesidad de controlar todas las variables que influyen a la hora de tomar sueño, y a veces se desarrollan toda una serie de rituales que influyen negativamente sobre la cualidad de vida del sujeto (por ejemplo la necesidad de ir a dormir siempre a la misma hora, de ingerir solamente determinados alimentos durante la cena, etc.). A veces puede aparecer, además, una preocupación excesiva causada por la falta de sueño y sus consecuencias, que determina un pensamiento continuo que acompaña la persona a lo largo de su día. Todo esto, obviamente, favorece y perpetúa el problema, dejándonos una fuerte sensación de impotencia en relación a este aspecto de nuestra vida.

Sin embargo el insomnio no viene considerado – de por sí – como una enfermedad: de hecho, a parte algunos casos aislados, no es sino un síntoma de un malestar psico-físico que constituye la verdadera causa del problema. En las formas episódicas su causa se origina a menudo en una preocupación, un examen o un cambio de trabajo, todos factores que pueden generar una noche insomne. Pero también puede ser generado por el estrés vivido a lo largo del día: ¡nada mejor de una pelea con el jefe para provocar insomnio!

Las formas más persistentes pueden estar relacionadas con enfermedades físicas o con problemas psíquicos, como por ejemplo la ansiedad o la depresión. Ésta última, en particular, puede generar efectos muy diversos sobre el sueño: existen pacientes deprimidos, de hecho, que transcurren la mayor parte de sus días en la cama encontrando en el sueño una tregua a su malestar. Otros, por lo contrario, se duermen con dificultad o sufren de un sueño muy inestable con despertares frecuentes. Esto sucede sobre todo en casos de depresión como consecuencia de duelos o de experiencias de abandono, por ejemplo en separaciones conyugales o, de todas formas, en alejamientos de las figuras afectivas de referencia.

Tratándose de un síntoma, el insomnio se combate por medio de un atento diagnóstico diferencial, que evalúa las posibles causas orgánicas o psicológicas de la fuente del problema. El tratamiento no puede, entonces, prescindir de una atenta evaluación médica de las eventuales enfermedades orgánicas que pueden ser la causa del síntoma. Una vez excluidas tales fuentes, hay que entregarse a un psicólogo para que evalúe las causas de origen psicológico.

En el tratamiento se usan a menudo fármacos hipnóticos para resolver el problema. Éstos poseen la indudable ventaja de eliminar la molestia en tiempos breves, proporcionando un alivio inmediato a quienes no pueden dormir con regularidad desde hace tiempo. Sine embargo tienen dos desventajas: causan dependencia, es decir que cuando se interrumpe su consumo el problema vuelve, y causan tolerancia, es decir que después de un periodo de asunción se hace necesario aumentar la dosis del fármaco para mantener su eficacia. Además, pueden verificarse efectos colaterales como torpor, vértigos y disminución de la capacidad cognitiva durante el día.

En comparación, la eficacia de una psicoterapia resulta menos inmediata, pero más duradera porque permite enfrentar las causas que provocaron el insomnio desde la raíz. En la práctica clínica es muy frecuente que los pacientes sean tratados con psicofármacos y psicoterapia a la vez. De tal manera se combinan los efectos inmediatos del fármaco con los efectos más a largo plazo de una psicoterapia. Estudios comparativos han comparado, en el tratamiento del insomnio, la combinación de una terapia farmacológica y psíquica con una terapia únicamente psicológica y han evidenciado cómo la primera sea superior en los resultados a la segunda solamente si se evalúan las primeras semanas de tratamiento. Los resultados obtenidos solamente por medio del tratamiento farmacológico se pierden muy frecuentemente al momento de suspender la terapia.

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