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La ampolla de Asclepio - Adicciones

Dependencias: una "tareas" del ser humano

por Andrea Pascale, psicólogo y psicoterapeuta

"Una cierta dosis de adicción es parte de la vida... " [1]

La palabra adicción ha adquirido en el lenguaje moderno una acepción negativa, un significado que con demasiada frecuencia está relacionado de manera simplista con nuestras fragilidades, nuestras necesidades patológicas, relaciones de apego mórbido y simbiótico.

En realidad hay que dar un salto hacia atrás para reflexionar de manera objetiva sobre lo que irónicamente he llamado "una tarea del ser humano.

Si pensamos bien, de hecho, el hombre es el "cachorro" que necesita más cuidado parental durante mucho tiempo: no existe en la naturaleza otro ser vivo tan frágil y vulnerable que requiera el apoyo de figuras parentales para satisfacer las necesidades primarias y garantizar la supervivencia …

Somos animales sociales únicos en nuestra dependencia de los demás, somos incapaces de arreglárnoslas solos y durante mucho tiempo necesitamos apoyo externo.

Esto dice de un fuerte vínculo entre la existencia humana y la característica de la dependencia: la ciencia psicológica habla de la teoría del apego para explicar las fases evolutivas que marcan nuestro crecimiento y que, Es común en todas las humanidades y afecta el resto de nuestras vidas.

Precisamente en el ámbito de las teorías del apego padre-hijo se ha aclarado el concepto de dependencia, uno de los esquemas posibles a través del cual se posiciona el tipo de relación.

Algunas formas de adicción, sin embargo, se deslizan hacia un modo disfuncional y toman una deriva patológica.

"Para alguien, la adicción se convierte en la única forma de estar en el mundo y la única prioridad de vita" escribe Maura Anfossi en su libro "Mente". Algunas personas no pueden vivir sin apoyarse en otro, que se transforma en el ancla de salvación, la fuente de todo interés, la boya de rescate a la que aferrarse.

Básicamente, la otra persona se convierte en el medio para satisfacer las necesidades y llenar las deficiencias.

Quizás no es superfluo decir que el vínculo dependiente genera aparentemente calor y bienestar, pero en realidad trae consigo dolor, frustración, inseguridad , Miedo … porque toda la energía se concentra en mantener al otro cerca y evitar que se aleje.

El estilo dependiente nace generalmente de relaciones familiares que, aun siendo afectivas al mismo tiempo resultan asfixiantes y sobreprotectoras, que transmiten la idea de que el mundo es peligroso y que sin su nido afectivo no se puede sobrevivir.

En estas familias, los hijos son atrapados en una telaraña afectiva de la que es difícil salir porque la cercanía es cómoda y tranquilizadora: un problema cada vez más generalizado en la sociedad actual, donde ya por las dificultades y las precariedades cotidianas los jóvenes tienen dificultades para separarse de la base de partenza".

Las personas que crecen en esta área de adicción se ven obstaculizadas en su instinto de experimentar cosas nuevas: A todo lo nuevo se le da un significado amenazante y peligroso, y de esta manera el impulso natural a la autonomía se amortigua y se comprime hasta apagarse.

El resultado es que la persona dependiente se percibe frágil y incapaz de valerse por sí misma, sino solo un apéndice de otra persona: se sentirá siempre un individuo que nunca será totalmente autónomo, siempre necesitado de cuidados, obligado a vivir en un mundo demasiado duro y "cattivo".

Otra característica de quien se puede definir del "dependnte" es la continua profusión de energías psíquicas gastadas para captar las señales externas. Están obligados a viajar siempre con el "radar" encendido para poder prever y si es posible anticipar cada evento con el fin de minimizar los espacios de incertidumbre: la consecuencia de esto es un continuo estado de alerta y ansiedad.

Existen otras formas de adicción relacionadas con la relación: desde la comida o el ayuno (trastornos alimentarios), desde los cigarrillos, el sexo, el juego, desde sustancias, desde deportes "adrenal" etc.

Detrás está siempre la inseguridad de su propio valor y la necesidad de boyas a las que aferrarse: aquello de lo que uno es dependiente es visto como un mal necesario para vivir o sobrevivir (por ejemplo, pensemos en la drogadicción…)para calmarse, para existir, para relacionarse con los demás y con el mundo.

El resultado final, cualquiera que sea la adicción, es siempre un encarcelamiento en comportamientos cada vez más rígidos y disfuncionales que a la larga llevan a la persona y también a sus familiares a la deriva existencial.

Salir de él es difícil pero posible: un camino para liberarse es tratar de comprender qué necesidades satisface ese vínculo de dependencia: como hemos dicho, se trata de cuestiones profundas del alma humana, que tienen que ver con los nudos de nuestro origen y crecimiento.

Para vencer las adicciones hace falta un camino caracterizado por mucho esfuerzo, paciencia y sufrimiento y seguramente no es posible recorrer este camino solo, sin la ayuda de un profesional experto y preparado.

Concluyo esta breve sugestión realizándome al discurso inicial o dependencia como paso evolutivo: superar las adicciones significa emprender un proceso de crecimiento y crecer significa tomar conciencia de las propias fragilidades pero también de los propios recursos para vivir independientemente de las expectativas de los demás.

Siguiendo el pensamiento de Anfossi, "crecer significa aceptar un poco de soledad inevitable y arriesgarse a hacer lo que también hace un poco de miedo… navegar en mar abierto, Experimentar la embriaguez de las novedades es la sorpresa de su propio poder personal. "

Notas:
1. Maura Anfossi: Psicologa Psicoterapeuta, docente del’Instituto del’Enfoque Centrado en la Persona, colaboradora del semanario "La Guida"

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